CALIDAD DE VIDA Y DESARROLLO HUMANO
Pero no sólo desde el mundo de los consultores de empresas provienen los planteamientos en pro de una mejor calidad de vida en el trabajo, como componente clave para elevar la productividad. La comunidad internacional ha promovido con fuerza en los últimos años un marco de derechos básicos internacionales del trabajo. La OIT ha planteado explícitamente la necesidad y el deber de favorecer el mejoramiento de la calidad de vida de los trabajadores, junto con otras normas de protección social, que permitan elevar los niveles de equidad en el trabajo.
La OIT, junto con consolidar un cuerpo básico de derechos fundamentales del trabajo establecido como marco internacional obligatorio, ha planteado en los últimos años la importancia de la elevación de la calidad de vida de las personas. En la medida que el espacio de trabajo no es un ambiente aislado del resto de la sociedad, lo que en él ocurre es fundamental para la limitación o el desarrollo pleno de las potencialidades e intereses de las personas.
Hay aquí una crítica al enfoque neoliberal que ve a los lugares de trabajo como un espacio privado, con reglas distintas a las establecidas para la vida en común en el espacio público. La calidad de vida surge como concepto a partir de la constatación de las limitaciones del enfoque economicista de "nivel de vida" ligado sólo al bienestar material. Tradicionalmente, se entendió el desarrollo sólo como crecimiento económico y aumento del ingreso per cápita, pero esta forma de entenderlo, y en particular al medirlo con cifras agregadas o promedios nacionales, subvalora los componentes subjetivos y sociológicos de la satisfacción de las personas. Se incorporan entonces otras dimensiones: satisfacción de necesidades básicas, crecimiento con rostro humano, desarrollo humano.
Dudley Seers hace tres décadas recordaba la importancia de mirar el desarrollo como realización de la persona humana. Albert Hirschman eleva a primer plano el ser alguien, ser respetado, tener opinión. Amartya Sen, por su parte, señala e ilustra como las personas son el fin último del desarrollo. Crecimiento, ingreso, industrialización, avance tecnológico, etc. son apenas medios. El desarrollo pleno, en cambio, se manifiesta en la “vida que podemos dirigir”, las opciones que tienen las personas para elegir u optar entre cursos de acción alternativos.
Por lo tanto, el proceso de desarrollo debiera ser calificado y ponderado en términos de las libertades de la gente y las capacidades de que disponen para expandir y mejorar esas libertades. En este contexto, el concepto de calidad de vida tiene que ver con una re-formulación y ampliación del concepto de "desarrollo" hacia una perspectiva que hace hincapié en los problemas sociales, culturales y ambientales que puede acarrear el exceso de desarrollo entendido sólo económicamente. Los espacios hacia los que vuelca su atención la "calidad de vida" son entonces el espacio privado, la calidad del acceso a las necesidades básicas, el acceso a nuevos satisfactores (cultura, medios, internet) y la relación con el entorno.
Desde una mirada más socio-política, los enfoques centrados en la calidad de vida señalan una meta de orientación general, expresando al mismo tiempo un malestar, una crítica que se dirige a todos los métodos excesivamente tecnocráticos que se han venido utilizando hasta el presente en las políticas públicas. Otro aspecto central de estos enfoques es su alusión a la relación entre las dimensiones cuantitativas y cualitativas del desarrollo.
